Sobre mí


Visitando Tokyo, aunque no lo parezca.
Pablo Sanz Martín
Nací en Madrid una tarde de febrero, en 1991, mientras fuera del hospital nevaba con intensidad. Y no sé si tendrá mucho que ver, pero me encanta la nieve, y no hay plan que disfrute más que un día de esquí. Crecí en las afueras de la capital, entre lego, campo y ordenadores, pero sobre todo rodeado de libros. Y es que, si hay algo que agradezco, es tener una familia lectora; consumidores insaciables de literatura, e incluso creadores, siendo mi abuelo José Martín Barrigós un escritor, quizá no famoso, pero sí reputado.

Así llegué a los nueve años, cuando nos tuvimos que mudar a uno de los lugares más increíbles del mundo: Sarajevo. Allí aprendí a esquiar, y seguí con mi lego, mis libros y mis videojuegos. Debo decir que durante aquellos tres años que permanecí en Bosnia-Herzegovina, viví algunas de las mejores experiencias de mi vida, y empezó a crecer mi afán por crear mundos e historias

Tocó volverse a España, donde todo era distinto para mí; la gente había cambiado y las cosas funcionaban de otra forma. Los años restantes prosiguieron entre diversos colegios, en los cuales comencé a idear y escribir mi primera novela, que no terminé hasta la universidad.

Y aquí estoy, estudiando Ingeniería de Telecomunicaciones. Puede parecer que ganó la vena informática y científica, pero aunque siempre alimentaré esa faceta, no me canso de decir que, en realidad, soy de letras. Así intento compaginar los estudios con mi afición por la escritura y la lectura, y trato de avanzar poco a poco en temas tan dispares como la filosofía, la física, la historia... Y tantos otros campos que me fascinan. En cuanto a la escritura, me temo que nunca terminaré de contar todo lo que me gustaría, pero aparte de las novelas que poco a poco van avanzando, escribo poesía, ensayos, relatos cortos, teatro, y cualquier ocurrencia que tome forma en mi cabeza. Hasta ahora he probado a participar en algún que otro concurso, resistiéndome siempre a ganar.

Aunque resulte increíble, todo eso me deja algo de tiempo —mucho menos de lo que me gustaría—, para otras aficiones como los videojuegos ya mencionados, la magia —cartomagia sobre todo—, que me apasiona, el cine o la música, y el teatro, pues pertenezco desde el 2013 al grupo: No Es Culpa Nuestra, donde he actuado en distintas obras, además de codirigir una adaptación propia de Cuento de Navidad. También aquí aprendí improvisación teatral, otra de mis pasiones, ya que nunca rechazo un buen match.

Actualmente estoy embarcado en varios proyectos que incluyen unas cuantas novelas y un cómic.

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